Colonizo la plaza desierta bajo la lluvia,
espero en ella mientras
la gente corre
buscando donde
refugiarse,
pasan los segundos que parecen horas
y los minutos se convierten en días enteros,
el traje se empapa hasta
traspasar
la piel postiza que me disfraza,
los mechones sueltos del cabello
dibujan raíces en mi rostro, mientras
los ojos se nublan,
un reloj suena en la
lejanía y de repente aparece,
no puedo distinguir muy bien su figura en la
lejanía,
pero juraría que es ella.
Y aquí estoy ahora,
esperando un paso suyo
que haga
arreciar más todavía esta tormenta.
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