domingo, 31 de octubre de 2010

A LAS 3h FUERON LAS 2h

A LAS 3h FUERON LAS 2h

Hoy el reloj se ha visto obligado a variar su ritmo normal, para la mayoría ha supuesto una hora más de sueño, para otros un obsequio hacia nuestro insomnio.

NOCHES DE INFANCIA

NOCHES DE INFANCIA

Recuerdo los nervios de las noches previas de la vuelta a la rutina, como me revolvía en mi cama haciendo que las sabanas se cayeran al suelo, mis ojos abiertos como platos se quedaban fijos en la horrible lamparita de tres focos multicolor que me acompañó desde mis primeros años de vida, todavía me sonrío cuando recuerdo como la rompí con un bate para sustituirla por un plafón más “adulto”, creo que ese fue un día en el que se puede decir que deje atrás mi infancia de manera definitiva. Ahora me paro a pensar y creo que en esos años mi insomnio se empezó a alimentar lenta pero incesantemente de mis noches.

sábado, 30 de octubre de 2010

DESPIERTO…

DESPIERTO…

Despierto ¿Cuánto tiempo he dormido?

Tal vez dos o tres horas, y seguro que no en la mejor postura, en mi cuerpo se resiente hasta el último de los músculos, tengo la boca seca y el ardor me “quema” la garganta, mi pelo es una madeja de enredos, tengo los ojos llorosos y las manos manchadas aún por el carboncillo que hace poco tenía en las manos y ahora no sabría decir donde se encuentra.

Despierto, no sé cuanto he dormido, lo único que sé es que el insomnio se tomará cumplida venganza.

viernes, 29 de octubre de 2010

SIEMPRE QUISIERON VOLAR LIBRES

SIEMPRE QUISIERON VOLAR LIBRES

Sentada junto a una vieja mesa de bar, consume el cigarrillo a base de largas caladas, su pierna temblequea nerviosa, la camarera llega con su pedido, un café solo y sin azúcar, el ambiente en el interior del local está cargado de humo, varios corrillos de gente hablan de manera distendida y en la radio suena “Free Bird” de los lynyrd skynyrd.

La puerta del local se abre a la vez que le da un largo sorbo a su taza, llenando su boca de un intenso y cálido sabor, la corriente de aire frío inunda el local.
Levanta los ojos de su mesa y sus miradas se encontraron, allí estaba tal y como le había prometido, aún no se podía creer, apagó su cigarrillo en el pequeño cenicero de cristal y se levantó de la mesa.

Ambas comenzaron a andar hasta encontrarse de frente, sus ojos se perlaron de lágrimas.

-Has venido- acertó a decir.
-¿Acaso lo dudabas?-preguntó

Sonrieron de manera nerviosa, entonces dejaron atrás todos sus miedos pasados, todas esas excusas baratas, dejaron de preocuparse por el que dirán y su labios se encontraron en el solo de guitarra de Allen Collins y Gary Rossington.

jueves, 28 de octubre de 2010

DESAPARECER

DESAPARECER

Muchas veces me he preguntado qué pasaría si desapareciera.
Es decir .
¿Alguien me echaría realmente de menos?
¿Llorarían mi perdida?
¿Se reunirían para decir lo bueno que fui?
O simplemente sería un mero recuerdo extraviado en la mente

miércoles, 27 de octubre de 2010

A TI

A ti que ni siquiera sabes que existo, te doy las gracias por ser una inspiración de vida, en los momentos más duros estuviste allí llenando el vacío que los amigos inexistentes no podían, dándome ánimos en las largas noches de tristezas y en las duras mañanas de insultos, cuando creí que las fuerzas me fallarían para siempre fuiste mi salvación, como el arnés para el escalador, cuando mis oídos se llenaban de reproches tú los llenaste de motivación y esperanza.

martes, 26 de octubre de 2010

HABITACIÓN 212

Echado en la cama del hospital con la sabana a la altura de la cintura, la camisa del pijama, de un color azul claro, abierta hasta el pecho, los brazos caídos y con los tubos del suero y la medicación clavados en ellos, su cabeza apoyada en la almohada y empapada en sudor con un tubo en la nariz.

Esa fue la imagen que encontré al entrar en la habitación, el ambiente en ella estaba cargado, la calefacción funcionaba a pleno rendimiento, algo lógico y normal teniendo en cuenta que nos encontrábamos a veintiséis de Diciembre.

A la derecha de la cama estaba una enfermera regulando el sistema de goteo del suero, era una mujer menuda y rechoncha con el pelo rubio recogido en un moño, vestía el uniforme blanco típico de las enfermeras con una mancha a la altura de uno de sus muslos, de lo que parecía betadine, seguramente habría hecho una cura recientemente ya que la mayoría de los pacientes de esa planta solía sufrir de escaras y llagas por la falta de movimiento.

Avancé por el interior de la habitación hasta llegar a los pies de la cama, la enfermera me saludo y me dijo que se acababa de dormir, después se secó el sudor de la frente y salió al pasillo resoplando por la excesiva fuerza que le habían dado a la calefacción, me senté en una pequeña butaca negra, a la que le faltaba bastante relleno de gomaespuma, el cual lo había perdido a través de un roto que le habían hecho al asiento.

El ambiente me comenzaba a parecer casi irrespirable, entre el calor, la chaqueta de lana que me había obligado mi madre a ponerme, el olor a desinfección típico de los hospitales y la imagen perturbadora de aquella figura de autoridad tirada en la cama, despojada de toda su vitalidad y vehemencia que siempre había poseído.

Desde mi posición observaba su figura extremadamente delgada, su rostro envejecido con ese lunar en el pómulo derecho el cual dotaba a su rostro de una personalidad especial, sus ojos entreabiertos húmedos de lágrimas y su calva perlada de sudor, su boca falta de dientes abierta como queriendo recoger todo el aire posible, como hace un atleta que acaba de terminar un sprint.

Sentado desde la butaca observaba con cierta desorientación la escena que se mostraba ante mí, era la primera vez que me habían permitido entrar en la semana y media que llevaba en el hospital (poco después lo que pasó me ayudó a entender el por qué), y me resultaba bastante difícil asociar lo que veían mis ojos por primera vez con la imagen que siempre había tenido de ÉL, por mi edad no comprendía (o no quería comprender) lo que estaba pasando, jamás había vista a aquel hombre terco y cabezota, pero sensible y generoso en una situación como aquella, su fuerza, su ímpetu, su mal genio, en definitiva su vida se habían marchado, y aunque yo no lo sospechara ya no volverían jamás, poco después mi padre entró en la habitación acompañado por su hermano y mi madre, ella me cogió de la mano y me levanté de la butaca, me dijo que me despidiera de ÉL, yo no le di mayor importancia, ya que lo interprete como ese gesto cotidiano que tenemos con la gente de decirnos adiós, con la certeza de que nos veremos poco después, me acerque a su rostro y lo besé, con cuidado de no apoyarme en los tubos que lo rodeaban, algo me sorprendió a pesar del calor de la habitación su rostro estaba frío, casi gélido…

lunes, 25 de octubre de 2010

(.......)

(……)

Hay momentos en los que no sé cómo expresar lo que siento,
La tristeza, la desolación y la sensación de ahogo se unen,
Al enfado y a la frustración y a los días sin dormir,
Noto como la niebla vuelve a cernirse sobre mis días
Me pregunto el ¿por qué?

Nadie sabe contestarme…

domingo, 24 de octubre de 2010

OBSERVO

Me tomo un respiro y me detengo.

Apoyo la espalda en el muro de granito, observo el ajetreo a mí alrededor.

El día es caluroso teniendo en cuenta la fecha en la que estamos.

Pasa frente a mí un hombre con un traje azul marino portando una cartera de piel marrón, el cual se mueve a con un paso tan acelerado que está a punto de chocar con una pareja que camina en dirección contraria a la suya, estos se apartan y el chico se queda mirándolo durante unos segundos, su acompañante lo agarra por el brazo y siguen su camino mientras él masculla una serie de improperios que no puedo oír, pero me los imagino.

Una mujer de mediana edad que viste una chaquetilla de punto está esperando junto a la parada de autobús de las líneas 7, 23 y 15, mira el reloj con impaciencia mientras se aparta de la frente unos mechones de pelo que se le comienzan a pegar en la frente debido al sudor.

Un grupo de cinco jóvenes no mayores de dieciséis o diecisiete años pasan frente a mí, van vestidos con ropa de última moda, todos cargan una mochila y lucen un peinado similar, se mueven casi al unísono con un aire de arrogancia, un par de ellos hablan por el móvil otro parece estar buscando una canción en si reproductor de música de última generación, el cual luce de manera orgullosa, los otros dos parecen más interesados en mirarse en la cristalera de un escaparate.

Una chica de vestimenta oscura, me atrevería a decir que busca lograr una estética gótica, se mueve esquiva entre los viandantes, va con la cabeza mirando al suelo y agarra con fuerza el asa de una mochila-bandolera que cruza su pecho, pasa tan cerca de mí que puedo escuchar la voz del cantante que está interpretando un tema en su reproductor musical.

Echo mano a mi bolsillo del que saco un chicle sin azúcar de sabor fresa, me lo meto a la boca, me separo del muro y me tomo unos segundos más antes de proseguir mi marcha y unirme así al resto de personas que se mueven a mi alrededor.

sábado, 23 de octubre de 2010

LA CARTILLA ROSA (PARTE I)

Me encuentro sentado en una fría sala de espera, la butaca de plástico no es más cómoda de lo que parece, junto a mí un hombre rechoncho se atusa el cabello mientras mira el reloj.

Ante mí está la puerta de cristal esmerilado, el cual impide ver el trasiego del interior de la consulta. Junto a la puerta hay una pequeña ventanita de cristal que me llega por la cintura, en ella se puede leer escrito a bolígrafo “no llamar espere su turno”.

Espero en mi asiento pacientemente mi llamada mientras escucho en mi mp4 unas cuantas canciones.

Ya llevo en esta sala casi media hora, hoy se retrasan más de lo normal, el hombre rechoncho ya se ha levantado un par de veces y ha paseado de manera nerviosa por el pequeño pasillo a la izquierda de los asientos iluminado por el tubo fluorescente.
Echo mano a mi bolsillo y de él saco mi pequeña cartilla rosa, la despliego en sus tres partes. Recorro con la mirada las múltiples columnas en las que se pueden leer las anotaciones hechas a mano por ELLA y las casillas de la fecha y la hora, hoy es Febrero y ya no me acuerdo de cuando empezó esta rutina.

Ya son las nueve, de pronto oigo girar el pomo de la puerta, ésta se abre y una mujer menuda de pelo corto y gafas de pasta, vestida con la típica bata blanca, repasa la lista de pacientes que lleva en la mano derecha, se ayuda de su dedo índice, lo mueve de arriba abajo hasta que encuentra el nombre adecuado, levanta la vista del folio y llama al paciente, es el hombre rechoncho que sonríe nervioso mientras se acerca a paso apresurado hacía ella, entra en la consulta y tras ellos se cierra la puerta. Yo sigo manoseando mi cartilla.

Ya son más de las nueve ….Hoy se retrasan más de lo normal.

LA AUSENCIA

LA AUSENCIA

Su ausencia me golpea, todavía recuerdo cuando me acompañaba en mis paseos vespertinos, nuestras visitas a la biblioteca en busca de los libros de historia, de cuando hablábamos sin necesidad de decir nada.

Su ausencia me golpea, el saber que ya no estará junto a mí, que ya no cogerá mi mano, que no podremos continuar aquella conversación que teníamos pendiente, aquel viaje que íbamos a realizar ¿Por qué se fue así?

Me dejó solo.

Su ausencia me golpea.

MI INSOMNIO



MI INSOMNIO

No sé la hora que es, ya me cansé de mirar el reloj. Estoy en mi cuarto con la mirada fija en el monitor del ordenador.

Su resplandor ilumina mi habitación. Me muevo inquieto en mi silla de madera desgastada por las patas.

Su duro respaldo astillado se clava en mi espalda y mi pelo, que lleva años sin recibir la visita del peluquero, se engancha en él.


La noche ha engullido sin misericordia todo aquello que me rodea. A través de mi ventana solo veo una mancha negra que me recuerda al abismo. Son ya varias las noches sin dormir, no sabría decir cuántas… ya no las cuento.


Quedan lejos los días en los que me consideraba un enfermo, ésos en los que me desesperaba por conciliar el sueño. El insomnio se ha convertido en mi compañero y hace tiempo que desapareció la sensación de pesadez en mis ojos. Ya no trato de ponerle remedio a esta situación cíclica. Cíclica como que al final de esta oscura noche llegue el amanecer.