El otro día tuve un sueño que me gustaría que conocieras, me encontraba en un lugar feliz donde el dolor no tenía cabida y la vergüenza había desaparecido, con lo cual podía expresar con toda facilidad lo que tenía en el interior y más profundo de mi mente, podía comportarme con total normalidad y en concordancia con mis sentimientos. A los que tenía alrededor parecía gustarles lo que decía y no se sorprendían al ver a alguien como yo.
Los miraba a los ojos y podía ver a través de ellos, veía lo que ocultaban debajo de ese halo de vulnerabilidad y me gustaba lo que veía, era “poderoso” y no una víctima propicia.
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