Antes de que tengáis a bien leer las líneas que vienen a continuación debo explicar que la situación que se retrata ocurrió hace años y que afortunadamente en la actualidad me encuentro en mejor estado y que espero que jamás mi pensamiento derive en caminos tan equivocados como los que se me presentaron en aquellos días. Además mostrar mi respeto por aquellas personas que pasan por situaciones similares a las que yo sufrí y que desgraciadamente no consiguen superarlo, quiero dejar claro que el uso de algunos adjetivos o definiciones van enfocados a mi caso individual y no abarcan una referencia global.
Carta abierta de un ex-suicida.
Aquí estoy en el mismo lugar que hace unos años, más viejo con la barba descuidada y el pelo largo (como siempre quise cuando era niño), me he desplazado de mi lugar habitual de escritura para tratar de captar las sensaciones que desprende este lugar, que por otra parte no deja de ser un lugar de paso habitual en mi morada, pero ante el cual tal vez de manera inconsciente trato de estar poco tiempo detenido ante él.
El mármol blanco está algo menos resplandeciente que en aquellos días, supongo que los años no perdonan nada y el desgaste de la cal ha ido comiéndose el brillo del pequeño lavabo situado al final del pasillo, he entornado la puerta para tratar de tener algo de “intimidad” en este pequeño viaje al pasado de mi memoria, mi mente está tratando de reconstruir la escena de aquellos días, algunos muebles son diferentes, también lo es el espejo y la iluminación, pero el cambio más significativo para mi es la ausencia de una pequeña caja de color negro en la cual estaba guardada, podríamos decir, el pasaporte a un viaje que en aquellos días me parecía el único viaje que estaba reservado para mi ….
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